
“Los labios de la ramera destilan miel
y su paladar es más suave que el aceite (…)
Gemirás cuando te llegue el desenlace
y se consuma la carne de tu cuerpo”
Prov. 5,3.11
Película: Jeanne du Barry (2023)
Dirigida por: Maïwenn
Actores: Maïwenn, Johnny Depp, Benjamin Lavernhe
Duración: 116’
Censura: Apta para mayores de 18 años debido a la temática tratada
Valoración: Una buena película de época que nos acerca una historia desconocida para la mayoría.
Breve comentario:
La película de apertura del 76to Festival de Cannes ha sido una grata sorpresa. Un tema muy francés con una perspectiva muy diferente, pues Jeanne du Barry es una de las amantes del rey Louis XV, quien popularmente ha sido acusado, debido a sus incesantes abusos e infidelidades, de haber acabado con la monarquía francesa.
Gran expectativa tenía la crítica francesa por la interpretación que haría Johnny Depp de Louis XV, sin embargo, a pesar del acento que no ha sido desagradable para los expertos, ha satisfecho asumiendo el rol con sobriedad y cierta majestuosidad popular que hasta algún punto llega a ser burlesca.
Por su parte, la joven directora y protagonista del filme, Maïwenn, nos regala un rol fuerte pero a la vez tierno. Algunos críticos se han quedado en los adjetivos de una dirección o trato del tema “feminista”, sin embargo, para quien escribe estas líneas, este adjetivo se pierde dentro de una compleja temática que es abordada con un epicentro diverso a la problemática feminista, pues la afirmación central que se repite de diversas maneras hasta llegar a su reformulación final es: “no sé qué es el amor, pero esto ciertamente no es amor”. ¿Acaso esa problemática profundamente humana es solamente femenina? ¿o lo vive de manera diferente la plebe a la realeza? Y atención, no se trata solamente del amor de pareja sino del amor humano que en distintas relaciones estamos llamados a dar y recibir.
Pero la actuación magistral del filme nos la regala el francés Benjamin Lavernhe quien, de manera casi mímica recordándonos a los grandes del cine mudo, expresa cantidad de sentimientos en los que se apoyan los protagonistas de la película. Es el verdadero amigo y confidente que nunca falla a la fidelidad a su rey, siendo también el apoyo que un actor principal requiere de quien le secunda.
La tarea de acercarnos al corazón de estos amantes del siglo XVIII ha sido lograda por Maïwenn, sirviéndose también de una gran fotografía que permite al Palacio de Versalles convertirse en un silente testigo que se interpreta a sí mismo y narra la historia en primera persona. De la misma forma, los diversos símbolos utilizados como la vela que se enciende, el agua presentada en diversas formas, los juegos de colores y vestidos utilizados hablan continuamente e invitan a superar los elementos estéticos y de época para convertir la narración en una historia bien ubicada temporalmente pero capaz de trascender y formular sue carácter universal.
A la par del amor que busca fraguarse, ambos personajes principales están rodeados por quienes desean aprovecharse de las situaciones y cercanías a ellos. Así, el juego de intereses políticos, sociales y económicos que juegan a favor y en contra del amor, también se traduce en un flujo de acciones que centran al espectador y le preguntan sobre las motivaciones de sus propias búsquedas relacionales.
En conclusión, es una película de época para dejarse envolver y hacerse partícipe de la acción en la que cada quien escoge en qué lugar estar.