(4to domingo de adviento del ciclo “A”
Is 7,10-14; Rom 1,1-7; Mt 1,18-24)
“Por medio de Jesucristo, Dios me concedió la gracia del apostolado,
a fin de llevar a los pueblos paganos a la aceptación de la fe,
para gloria de su nombre”
Rom 1,5
Ficha Técnica:
Película: Condenado a Muerte – Dead Man Walking (1995)
Dirigida por: Tim Robins
Actores: Susan Sarandon, Sean Penn.
Estudios: Havoc; Polygram Filmed Entertainment; Working Title Films.
Duración: 122’
Censura: Para mayores de 12 años. Si va a ser vista por menores, se aconseja el acompañamiento de sus padres.
Valoración: Una seria discusión sobre la pena de muerte basada en la historia real de una religiosa que visita a un condenado. Con excelentes actuaciones de Penn y Sarandon nos lleva a situarnos más allá de lo aparente para leer el hecho desde el Evangelio.
Breve Comentario:
La hermana Helen Prejean visitó al condenado a muerte Matthew Poncelet en la cárcel repetidas veces, cumpliendo así con el mandato de Cristo quien dice: “estuve preso y viniste a verme” (Mt 25,36c). Sin embargo, para mucha gente era incomprensible que una religiosa gastara su tiempo con un asesino; simplemente no entendían que el amor de Dios es universal y va más allá de los hechos de las personas, de manera tal que llegue a su esencia. En palabras de San Agustín, “haz el camino con el pecador no para amar su pecado, sino para destruir el pecado y amar al pecador. Ámale, no como pecador, sino como hombre” (Sermones 4,19,20) pasa a ser la máxima que vive la hermana Prejean.
Y es que el cristiano debe ser signo de esperanza para los demás, especialmente para quienes han sucumbido ante el mal y necesitan razones para creer en el amor de Dios. Encarnar esa esperanza es creer que nuestro Dios es un Dios de imposibles; es decir, es un Dios capaz de sacar vida donde no hay más que muerte, lograr que florezca el bien donde solamente hay maldad… e incluso, hacer que una virgen dé a luz al Mesías. Todo esto se aplica en la película que hoy comentamos: una dura historia del amor a Dios vivido desde la cotidianidad pero al mismo tiempo en una circunstancia extraordinaria.
La misma hermana Helen sirvió de asesora para el director, Tim Robbins, quien asumió el proyecto de la película como un reto personal. Así, se incluyeron en el filme escenas y conversaciones graciosas donde se humaniza la experiencia de la vida consagrada, acercándola más a la realidad que a la idea extraordinaria que muchas veces existe sobre ella.
El amor que vive la hermana Prejean por Jesucristo le lleva a ver a Poncelet con otros ojos, los de la fe. Por eso insiste en la conversión de este hombre que consistirá en reconocer lo que ha hecho (es decir, su pecado) y creer en Jesucristo. Pero para quien nunca había sido llamado hijo de Dios, pero sí muchas veces “hijo de usted sabe qué”, la presencia de la hermana Helen será motivo para descubrir un amor diferente.
Robbins nos muestra el reto que tenemos todos los cristianos de encarnar el amor de Dios más allá de nuestra comprensión, asumiendo los hechos históricos que nos rodean desde la fe. Así podremos convertirnos en presencia esperanzadora para los demás, ayudando a sanar heridas y siendo verdaderos apóstoles. Solamente de esta forma podremos ser el rostro del Amor para los demás.
Algunas preguntas para tu oración personal a partir de la película y de las lecturas bíblicas:
- Isaías nos muestra que la señal de la llegada del Mesías es que la virgen quede en cinta. ¿Das cabida a los “imposibles” de Dios en tu vida o simplemente los deshechas por escaparse de la razón?
- ¿Eres capaz de amar al pecador más allá del pecado o vives juzgando continuamente a los demás?
- ¿Buscas vivir tu fe mostrándole a los demás el amor de Cristo? ¿Eres consciente de estar llamado a ser un apóstol en todo lo que haces?
- Si de hacer cosas en la fe se trata, José fue uno de los grandes al acoger a María y creer el sueño del ángel. ¿Has descubierto la misión de Dios para ti? ¿Crees que Dios se ha fijado de manera especial en ti?