Misión en Venezuela

“Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos.
Bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.
Mt 28,19.

Ficha Técnica:
Película: Jericó (1990)
Dirigida por: Luis Alberto Lamata
Actores: Cosme Cortázar, Wilfredo Cisneros, Doris Díaz, Francis Rueda.
Estudios: Foncine y Thalía Producciones.
Duración: 90’
Censura: Posee algunas escenas fuertes, por lo que se recomienda para mayores de 16 años.
Valoración: De lo mejor que se ha hecho en cine nacional; nos muestra desde una perspectiva diferente las dificultades de los primeros años de evangelización.


Comentario Breve:

Cuatro años después del estreno de la gran producción independiente norteamericana La Misión (The Misión, 1986), se presentó en la cartelera venezolana otra visión del hecho evangelizador. Mientras la primera película mostraba el trabajo de los jesuitas en las llamadas “reducciones” indígenas en tierras del Paraguay, con un toque bélico no alejado de la realidad, el segundo filme trata sobre la dificultad encontrada para evangelizar nuestras tierras venezolanas por parte de los frailes dominicos. Es importante resaltar que, en conversación reciente, Lamata me ha confirmado que ya desde antes del estreno de La Misión él se encontraba trabajando en la pre producción de Jericó.

El problema mostrado por Jericó es la transculturación producida en muchas ocasiones al ser confundida con el término inculturación. Ciertamente estas discusiones no se daban en el siglo XVI, tiempo en el cual se ambienta el filme, pero de hecho se presentaba la problemática. Existían tres formas de evangelizar: proclamar la Palabra de Dios llevando a los indígenas a la cultura española, despreciando su fe de raíz; absolutizar tanto la cultura como la fe indígena, renunciando por completo a tradiciones eclesiales para “penetrar” la fe indígena; lograr un encuentro entre cultura y fe tanto de los españoles como de los indígenas. A las dos primeras formas las llamamos transculturación pues es el cambio de una cultura dominante por otra, mientras que a la última le denominamos inculturación y expresa el camino recorrido para fusionar de manera sana dos culturas que desean el bien común.

En Fray Santiago, personaje principal de nuestra obra magistralmente protagonizado por el desaparecido Cosme Cortázar, se funden varios problemas históricos que llegan a cuestionar al espectador: Fray Santiago, hombre docto, ¿por qué deja sus clases en la universidad española para ir a América?; el matrimonio y divorcio existente entre la evangelización de las armas y la de la cruz (valga decir que el conflicto fue muy real en tiempos de la colonia); la soledad del mismo Fray Santiago así como su relación con los indígenas para ser uno más; la relación posterior con los españoles que le encuentran… En fin, la ciudad de Jericó se convierte en todo un símil para la situación vivida por Fray Santiago, quien encuentra por todos lados murallas que son derribadas por la fe pero al dejar de nutrir esa fe se vuelven a construir encerrándolo a él mismo en una tierra donde debía luchar entre la testarudez de los colonizadores y el espíritu indómito de los indígenas.

Jericó muestra con crudeza y realismo las dificultades que tuvieron los primeros evangelizadores para traer la Palabra de Dios a esta Tierra de Gracia, pues ciertamente los primeros frailes dominicos (y a la vez primeros misioneros) llegados a Venezuela fueron víctima de la traición por parte de los españoles, quienes dejando a los religiosos en tierra esclavizaron con engaño al cacique y otros hombres fuertes de la tribu que les había acogido con amabilidad, promoviendo de esta forma el martirio de aquellos hombres de Dios en lugar de devolverle la libertad a los recién esclavizados.

Si no la ha visto, vale la pena conseguirla en video para poder disfrutar de esta gran obra de Lamata, quien nos tiene acostumbrados a un cine nacional de gran calidad y profundidad.

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